EL FRUTO QUE ESPERAMOS DE LA ASAMBLEA MUNDIAL

FERNANDO SALAS

La misión común de CVX es la misión que Cristo nos encomienda, en cuanto asociación de Iglesia. Esta misión es la respuesta que CVX, como cuerpo apostólico, está llamada a dar a las necesidades más urgentes y a las aspiraciones más profundas del mundo de hoy.

Nuestras comunidades nacionales ya están desarrollando variadas actividades apostólicas, como respuesta a las necesidades percibidas. La misión que pedimos recibir como don en esta Asamblea debe ser para nosotros una palabra profética, que nos ilumine, confirme o haga revisar esas actividades apostólicas, las cuales, a su vez, están llamadas a ser gesto profético para el mundo en que vivimos.

Esperamos que la misión recibida se concrete en cuatro o cinco prioridades apostólicas.

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Sabemos que el fruto de la Asamblea no se acaba con ella. Más aún, sabemos que el don recibido solo se hace palabra y gesto profético cuando se traduce en palabras y líneas concretas de acción en las comunidades nacionales. Por lo demás, es allí donde recibimos la confirmación de la misión.

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MÉTODO DE TRABAJO

Examinemos los pasos que daremos en esta Asamblea de Itaici, para empezar a hacer realidad el deseo de ser carta de Cristo, escrita por el Espíritu, y enviada al mundo de hoy.

Volveremos, desde ahora y en los días siguientes, a las tres preguntas mencionadas al terminar la mañana. En cada taller y en cada uno de los grupos empezaremos compartiendo los frutos de la reflexión hecha en nuestras comunidades de origen. Hoy, día 2 de la Asamblea, responderemos la primera pregunta. El día 6 de la Asamblea tomaremos la segunda pregunta. El día 9 responderemos la tercera pregunta.

1. ¿Dónde vemos las necesidades más urgentes en cada campo de
interés?
2. ¿Qué haremos por el Señor?
¿Cómo debemos responder en cuanto Comunidad Mundial?
3. ¿Qué sugerencias podemos hacer?
¿Qué pasos prevemos como necesarios para implementar la misión
recibida?


Somos invitados por Dios a responder estas preguntas teniendo presente lo que hemos contemplado en la vida de Jesús como enviado del Padre. En esta Asamblea el Padre Dios nos envía también su Espíritu. Como Asamblea Mundial de CVX somos llamados a dejarnos mover por este Espíritu. Durante estos días pidamos la gracia de ser llevados con seguridad y ternura por las dos "manos" del Padre. Si contemplamos a Jesús, el Hijo de María, y nos dejamos mover por el Espíritu, llegaremos a encontrar, en el trabajo grupal, la misión que el Padre Dios nos encomienda hoy.

Los talleres establecidos son cuatro para captar mejor las riquezas y pobrezas de este mundo en que vivimos. El aporte de cada taller será complementado por el aporte de los demás. Lo mismo se puede decir sobre cada campo de interés, cada grupo y también cada uno de nosotros: el aporte de uno es complementado por los aportes de los demás. Los facilitadores de cada taller y los coordinadores de cada grupo nos ayudarán en este trabajo de discernimiento. Puesto que nuestros aportes son complementarios, es bueno escuchar a los demás con atención, para acoger lo valioso que nos entregan y descubrir la acción del Espíritu de Dios en lo que nos dicen.

Hoy (día 2 de la Asamblea) concentraremos nuestra atención en las necesidades más urgentes, las carencias y los problemas graves que percibimos, cada uno en el ámbito que corresponde a su taller. Deseamos determinar cuáles son, sabiendo que Dios nos habla en esas necesidades y problemas graves de nuestro mundo. Empezamos compartiendo el fruto de la reflexión que hicimos en nuestras comunidades nacionales. Sin embargo, nuestra mirada va más allá, porque estamos reunidos como miembros de una Comunidad Mundial. Complementaremos después el fruto de cada grupo con el resultado del trabajo de los otros grupos del mismo taller. Después de priorizar el fruto de nuestro trabajo (día 3 de la Asamblea), queremos llegar a una formulación que exprese las necesidades que vemos en el mundo, desde la perspectiva del taller en que participamos.

Los frutos del trabajo en los cuatro talleres se los entregaremos (día 4 de la Asamblea) a una Comisión integrada por ocho personas: los facilitadores de cada taller y miembros del ExCo. A ellos les daremos el mandato de integrar las necesidades principales que la CVX mundial percibe, por medio nuestro, en el mundo de hoy. Esto les exigirá orar y trabajar durante más de un día, a partir de los frutos del trabajo de los talleres.

Mientras ellos hacen ese trabajo, los delegados nos prepararemos para responder a estas necesidades, preguntándonos qué espera de nosotros el Señor Jesús, y cómo desea que compartamos Su misión. Para enriquecernos en esta preparación, José María Riera, presidente de CVX mundial, nos recordará los criterios ignacianos para la misión. Luego dialogaremos (días 4 y 5 de la Asamblea) con el P. General y con los responsables de tres Secretariados de la Compañía de Jesús: los Padres Joseph Tetlow, Jesús Montero Tirado y Bernard Lestienne. Aún antes de saber el resultado del trabajo de la Comisión, podremos dialogar con ellos a partir de las necesidades que hemos comentado en los grupos y en los talleres.

Al día siguiente (día 6 de la Asamblea) la Comisión nos entregará una lista con las principales necesidades percibidas en el mundo por la CVX. Pediremos al Espíritu de Dios que nos mueva el corazón y nos inspire cómo responder a esas necesidades. Trabajaremos para tener esas respuestas priorizadas y lo haremos desde puntos de vista diferentes.

Primero nos reuniremos en los mismos talleres anteriores, según la elección hecha por cada delegado. Luego se reunirá cada delegación nacional y, por último, en grupos de países vecinos con un vínculo más cultural y geográfico. El fruto de este trabajo serán las respuestas priorizadas que el Espíritu nos ha inspirado ante las necesidades del mundo.

Ese fruto se lo entregamos (día 7 de la Asamblea) a la misma Comisión anterior. Esta vez le daremos el mandato de integrar las respuestas que podemos dar como CVX mundial a las necesidades que hemos percibido. El trabajo de la Comisión será más breve y la Comisión nos entregará su parecer a la mañana siguiente.

Todos unidos en oración (día 8 de la Asamblea), unidos a la Comunidad Mundial y tomando las palabras de San Ignacio, pediremos "a la santísima Trinidad por la su infinita y suma bondad (que) nos dé gracia cumplida, para que su santísima voluntad sintamos, y aquella enteramente la cumplamos". Deseamos experimentar si tenemos paz interior al recibir y acoger la misión que Dios nos encomienda, y que esa paz sea para nosotros una señal de la presencia del Espíritu entre nosotros.

Después de orar, se reunirá cada delegación nacional para preguntarse si acoge la propuesta, y si al acogerla quedan en paz. Lo que brote de esa reunión será sumariamente informado luego a la Asamblea en pleno y acogido por el ExCo.

Esta parte del discernimiento apostólico concluye cuando el ExCo devuelve a la Asamblea lo que ha sido discernido por todos como la misión que el Padre Dios encomienda hoy a este cuerpo apostólico que es la CVX Mundial.

Al día siguiente (9 de la Asamblea) celebraremos la Eucaristía para dar gracias por la misión que el Padre nos da. Inmediatamente después, en reuniones nacionales y regionales, empezaremos a buscar las maneras de implementar la misión recibida.


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