SALUDO DE ABERTURA DE LA ASAMBLEA

 

Bienvenidos queridos hermanos y hermanas.

Es con gratitud al Señor que les saludo a todos Ustedes en nombre de la CVX del Brasil. Es, sin duda, una gracia de Dios para nosotros del Brasil que esa XIIIa. Asamblea, ultima del siglo veinte de la era cristiana, se realice en Itaici.

Como obligación primera deseo expresar nuestro reconocimiento a toda la comunidad mundial por la confianza depositada en la CVX Brasil dejandonos la responsabilidad de ser sede de esa nuestra XIIIa. Asamblea Mundial.

Quiero dar gracias, de modo especial, a las comunidades del Brasil, por el ánimo y por la generosidad con que han asumido las responsabilidades y desarrollado las tareas que les ha tocado. Gracias a la actuacion de cada uno, los que aquí comparecen como equipo permanente de apoyo, y los que ayudaron de tantas maneras desde sus comunidades, podemos empezar nuestros trabajos com serenidad y tranquilidad.

Tambien me corresponde dar gracias al Padre Francisco Ivern, superior provincial de la Compañia de Jesús en esta región del Brasil, que de modo extremamente generoso y amigo, contribuyó con medios concretos que nos han permitido afrontar obligaciones superiores a nuestra capacidad económica.

Una vez que me toca saludarlos, en nombre de la comunidad nacional, lo voy a hacer compartiendo, en la gracia de la humildad, lo que hemos visto y sentido desde que iniciamos los trabajos de preparación de esa Asamblea.

Algunos hechos me vienen a la memoria para percibir, com la gracia de Dios, el misterio que nos envuelve como comunidad en esa Asamblea.

En primer lugar, el proceso eclesial que se esta desarrollando en los últimos tiempos, desde el Vaticano II, buscando encontrar una nueva forma de ser Iglesia, donde los laicos somos llamados a tener una mayor participación. En el decir del Santo Padre: ser protagonistas en el actuar de la Iglesia.

En esse mismo sentido, la última Congregación General de la Compañia de Jesús menciona que la Iglesia del siglo XXI (veinte uno) será una Iglesia de los laicos.

Llamo la atención todavia para el hecho de que esa Asamblea – que ocurre a las puertas del tercer milenio – se realice en América que concentra 70% (setenta por ciento) de los católicos del mundo. Además, esse año de 1998 está dedicado, en la preparación eclesial para el tercer milenio, al Espíritu Santo.

Ante todo eso, me pregunto por el significado más profundo que podremos encontrar en la afirmación que anima más de fondo nuestro encuentro: La CVX, una carta de Cristo escrita por el Espíritu y enviada al mundo de hoy.

Naturalmente, com la gracia de Dios, a lo largo de estos próximos dias, vamos a encontrar poco a poco las respuestas, en la humildad de la escucha a la voz del Señor. Pero, aún antes de empezar la Asamblea, veo en los hechos y datos antes comentados y en el tema que nos proponemos rezar una clara señal de nuestro ser apostólico.

Un nuevo tiempo, siglo XXI (veinte uno) que nos pide una nueva manera de ser Iglesia mensajera – Carta de Cristo.

Durante la preparación a la Asamblea, todos rezamos ese tema en nuestras pequeñas comunidades. Creo que nos queda claro que esse mensaje contenido en la carta es el mensaje de la Buena Nueva que tiene en Jesucristo su expresión concreta para los hombres de buena voluntad.

Somos llamados a ser una carta de Buena Nueva, de buena noticia, en un mundo donde parece no haber espacio para eso. Vivimos en realidades que se oponem fuertemente a la concretización de esse Reino que es anunciado e ya fue revelado en Jesús Cristo. Siento que urge rescatar la alegría de sermos mensajeros del Evangelio. Naturalmente, debemos ser profetas, pero que lo hagamos como hombres y mujeres que viven la alegría de su fe que se fundamenta en la ressurección, en la vida plena.

Las primeras comunidades cristianas eran reconocidas por el amor que existia entre sus miembros. Hoy, nosotros estamos llamados a recuperar esa experiéncia: expresar de tal manera el amor que nos mueve en la vida, en la convivéncia, en el trabajo, que seamos reconocidos como cristianos.

Para estos dias de la Asamblea, Le pido al Señor que nos conceda la gracia de experimentar la paz y la alegría que nace de esa experiéncia de amor fraterno. En el amor entre nosotros, vamos descubriendo que es lo que el Señor nos quiere comunicar para que nos manifestemos como cuerpo apostólico: carta de Cristo enviada al mundo de hoy. Tengamos presente la calidad de nuestro ser, el tener y el hacer vendrán como resultado de ese ser cristiano.

Queridos hermanos y hermanas, en mi nombre y en nombre de toda la CVX Brasil, les acogemos com inmenso cariño, pidiendo al Señor, por la intercección de nuestra madre la Virgen María, que nos haga dignos de ser carta de Cristo, llevando a todos y en todos los lugares ese mensaje de amor que se manifiesta en nuestro ser y hacer cristianos.

Muchas gracias y que el Señor nos guarde y nos bendiga a todos.

Adriano Vaz
Presidente de la CVX Brasil