Pidieron ustedes al P. Michael Czerny, secretario
del apostolado social en Roma, que viniera a hablarles de este
aspecto de la misión de la Compañía. Por
desgracia, cuando lo hicieron, el P. Czerny estaba ya comprometido
con otros encuentros en varios continentes y no pudo darles satisfacción.
Me encargó que les dijera de su parte lo mucho que siente
no poder estar aquí con ustedes. Yo tuve la alegría
de seguir de cerca esa iniciativa en el plano europeo y me siento
dichoso de compartir con ustedes lo que hemos vivido hasta
ahora, la riqueza del proceso iniciado y las esperanzas que
suscita en nosotros.
Nuestra búsqueda puede iluminar la suya, y
a su vez lo que consigan ustedes en la búsqueda de su misión
nos iluminará a nosotros. Veo que, entre los puntos interesantes
del tema "Cristo y la realidad social", se cita "la
Companía y la CVX, juntos al servicio de los pobres".
Es de desear que este intercambio desemboque en una mayor
colaboración concreta en el plano de los compromisos
locales, entre miembros o comunidades CVX y jesuitas, para
ayudarnos unos a otros a seguir al Señor y servirle
en sus pobres.
En la gracia que recibimos en Hongkong aparece
explícitamente el llamamiento a una honda conversión
a Cristo pobre y humilde, a los pobres y oprimidos, y el
compromiso en el servicio a la justicia y paz. Como comunidad,
pues, en todos los niveles, están ustedes en camino,
y sin duda han avanzado ya mucho. Antes de hablar de la Iniciativa
del Apostolado Social, quisiera volver a recorrer muy brevemente
con ustedes algunas de las etapas del camino que unos y otros
hemos podido ya andar.
Su experiencia como Comunidad Mundial les permite
conocer la inmensidad de las situaciones de pobreza y miseria
, las múltiples formas de injusticia y las dramáticas
situaciones que viven tantos hombres y mujeres. El sistema económico
neoliberal que se está generalizando apunta al éxito
de los ricos y fuertes, es decir, de quienes detentan el
poder. No hay lugar para pequeños ni pobres que en
tal sistema son inútiles, están de sobra. En el
Norte como en el Sur, en todos los países, se multiplican
las formas de pobreza y exclusión. Esta situación
de grave ofensa al Señor y a la perla de su creación,
el hombre y la mujer, es una cuestión radical para nuestra
fe y un reto para nuestra vida , tanto personal como comunitaria,
y para nuestra manera de anunciar el Evangelio.
En la Iglesia, en nuestras Comunidades, el Espíritu
del Señor nos ha ya concedido la gracia de avanzar
mucho para seguir descubriendo una y otra vez el camino de
la opción evangélica por los pobres y el de la
promoción de la justicia. Por todo esto podemos dar gracias
al Señor.
Sabemos que es ése un camino fecundo
y que da mucho fruto . Los pobres nos evangelizan de veras;
nos permiten descubrir incesantemente el profundo sentido
del Evangelio: una Buena Nueva para los pobres. Trabajar
por la justicia del Reino, servir a los pobres, acercarnos
más a ellos, ser "su prójimo": he ahí
la inmensa gracia que pedimos y recibimos. Es un camino del
que no podemos desviarnos ni salirnos sin renegar de nuestra
identidad cristiana, un camino, también, en el centro
de la identidad y espiritualidad ignacianas.
Es además un camino difícil y
exigente: el combate por la justicia , que afecta a los
poderosos y ricos, será siempre fuente de un sinfín
de incomprensiones, conflictos y rupturas. Las resistencias
y oposiciones existen primero en nosotros mismos: la pobreza
del pobre no es atractiva. El mundo y los medios de comunicación
nos lo dicen y repiten: ¡Ay de los pobres! ¡Ay de
los excluidos y marginados! Y los acusan de todos los males
de la tierra. Nuestros egoísmos y riquezas nos alejan
también de ellos. El camino de la justicia y de los pobres
es largo, muy largo, y está hecho de valor y fidelidad;
en él toparemos siempre con la incomprensión,
pues la justicia del Reino es mucho más integral y radical
que la mera justicia de los hombres
Pero ese camino es también camino de alegría,
camino del Reino. Hemos ya sentido y experimentado la
bienaventuranza de los pobres en el Reino del Padre, Reino que
es para nosotros la auténtica realidad de nuestra vida
y de nuestra tierra. Bienaventurados los pobres, porque de
ellos es el Reino de Dios, y bienaventurados igualmente nosotros
cuando nos hacemos pobres, cuando vivimos más cerca de
los pobres y somos su prójimo.
Les hablaré ahora de la Iniciativa del Apostolado
Social.
La expresión "apostolado social"
se refiere a la gran variedad de experiencias y obras apostólicas
que tienen lugar en los campos social y cultural. Su sentido
es muy amplio y designa un convivir , una atención
compartida y analizada al sufrimiento, la injusticia y la
pobreza. No especifica ni excluye ninguna actividad o enfoque
particular: ni los más directos junto a los pobres y
con ellos, ni los más intelectuales de formación
y estudios. Conocéis ya, como yo, las muchas y diversísimas
obras sociales de la Compañía y de compañeros
jesuitas en todas las regiones del mundo, pobres o más
ricas.
La Iniciativa es un proceso actual
En la alocución que pronunció en
el congreso de Nápoles, de la que ustedes tienen un
resumen, el P. Kolvenbach nos decía: "El clamor
apasionado, insistente y urgente de los pobres llevó
a la Compañía a redactar el decreto IV de la CG
32." En ese decreto, la misión de la Compañía
se define como "servicio a la fe, una de cuyas exigencias
absolutas es la promoción de la justicia". El decreto
IV tuvo un gran impacto, al renovar notablemente la actividad
apostólica de la Compañía y la Compañía
misma.
Mas en veinte años la situación ha
cambiado mucho, sobre todo desde 1989. En 1995, pues, la CG
34 reafirmó "la misión única del
servicio a la fe y a la promoción de la justicia";
pero hay ya una conciencia nueva de otras dimensiones de
la lucha por la justicia, en particular "la proclamación
inculturada del Evangelio y el diálogo con otras tradiciones
religiosas". ¿Cómo influyen tales cambios
en nuestra labor por la justicia?
Así nació la Iniciativa del Apostolado
Social a raíz de la CG 34, es decir, a mediados de
1995. La cuestión principal era: ¿Cómo
llevamos nosotros, los jesuitas, la justicia del Evangelio a
la sociedad y a la cultura? Acá y allá,
poco a poco, unos cuantos compañeros comprometidos en
el apostolado social comenzaron a responder a esa pregunta
sobre el porqué, el horizonte, los elementos, el método
y las esperanzas de nuestro apostolado social.
Entre mediados de 1995 y principios de 1997 hubo
más de treinta encuentros en todo el mundo. Los resultados
enviados a Roma se confiaron a un grupo internacional de trabajo,
del que surgieron los temas principales de un congreso internacional
centrado en tres grandes puntos: espiritualidad y proyecto
de nuestro apostolado social (el porqué); contextos
en que trabajamos (¿dónde trabajamos y vivimos?);
medios y métodos que empleamos (¿cuál
es nuestro modo de proceder?)
En junio de 1997, éramos 160 venidos de
todos los rincones del mundo para reunirnos durante una semana.
Había allí una inmensa riqueza de tradiciones,
culturas, y expresiones religiosas o espirituales. Fue un
tiempo intenso de encuentros, intercambio de experiencias,
escucha y reflexión sobre la diversidad y complejidad
de nuestro apostolado social. Gradualmente fueron surgiendo
cuestiones, convicciones, modos de obrar y actitudes comunes
que darían origen a nuestro compromiso con los pobres,
a nuestro vivir y trabajar con ellos , y que parecían
ser otras tantas razones para seguir adelante.
Gracias a una gran labor de síntesis por
parte del P. Michael Czerny, secretario del AS en Roma, los
primeros resultados de nuestros intercambios y reflexiones
pudieron plasmarse en un vídeo, "El apostolado
social: ¿Por qué?", y un documento intitulado
"Características del apostolado social de la
Compañía".
Así como en 1982 se publicaron las "Características
de la educación jesuítica", que son una
referencia común en ese campo apostólico, así
también a fines de 1999 o principios de 2000 , el P.
General espera poder promulgar de manera oficial una edición
más permanente de las "Características
del apostolado social", que podrá entonces
utilizarse en talleres, reuniones y grupos de estudio, cursos
, y también en días de oración , retiros
o ejercicios espirituales. Al fin y al cabo, lo que importa
no es tanto conocer intelectualmente las "Características"
como integrarlas espiritualmente, interiorizarlas para que
nos ayuden a ponernos de modo concreto al servicio de los pequeños
y de los pobres, en los que Cristo es alabado y servido.
Vídeo y Características
El vídeo "Apostolado Social: ¿Por
qué?" ( tengo aquí una versión
en inglés, español y francés) no es una
crónica ni un documental sobre el Congreso de Nápoles.
Presenta algunos aspectos del apostolado social tal
como existe hoy, a finales de los años noventa, y las
cuestiones que nos plantea. Es, pues, ante todo, un instrumento
de reflexión y diálogo.
En cuanto al documento "Características
del Apostolado Social jesuítico" (100 páginas
en inglés; las traducciones al francés y al español
estarán disponibles próximamente, si no lo están
ya), tampoco es una descripción de todo lo que hacemos
ni, menos todavía, una doctrina. Pero en Nápoles
nos percatamos de que había maneras particulares de abordar
los problemas y de que tenemos convicciones, cuestiones y tensiones
comunes. Las "Características" nos invitan
sobre todo a compartir una visión de conjunto sin
olvidarnos de ningún aspecto importante del apostolado
social. Su finalidad es ayudarnos a unificar la gran variedad
de nuestras iniciativas en este apostolado. Al igual que los
Ejercicios Espirituales, deben ser en primer lugar una
guía y un estímulo para la reflexión personal
o en grupo.
Estos dos soportes son provisionales. Son ante
todo instrumentos de trabajo destinados a los jesuitas y a las
comunidades del apostolado social, así como a todos aquellos
con quienes trabajamos y que nos ayudan en este ministerio. También,
pues, va dirigido a ustedes, Comunidades CVX, que tratan de
profundizar en la dimensión social de su misión.
Veamos ahora los principales temas de las "Características".
Hay que decir, con todo, que su originalidad reside menos
en el contenido mismo, por interesante que pueda ser, que en
los interrogantes que nos formula sobre algunos puntos importantes,
típicos de nuestro apostolado social.
Las "Características" se dividen
en cinco partes: 1) la espiritualidad que nos inspira; 2)
lo que hacemos y vivimos; 3) los elementos constitutivos de nuestro
trabajo; 4) nuestro modo de proceder; y 5) las razones de
nuestra esperanza.
Como para san Ignacio y los primeros compañeros,
el deseo de seguir a Cristo pobre es lo que nos hace amigos
de los pobres. Hay una paradoja en los pobres: sufren inmensamente
y... Jesús los proclama bienaventurados. Esta paradoja
es para nosotros provocadora. Experimentamos una mezcla de
indignación y ternura, a la que damos el nombre de "compasión",
que nos vincula a ellos. Los EE. EE., las Constituciones,
los documentos de las CG y toda la doctrina social de la Iglesia
intensifican la compasión que sentimos y vivimos con
ellos.
Lo esencial para nosotros y lo que define nuestra
misión no es tanto el hacer esto o lo otro como una cuestión
de disponibilidad, solidaridad y compromiso de toda nuestra
vida. Como antes veíamos, ninguna actividad es específica
o está excluida del apostolado social. Hay un catálogo
que pone bien de manifiesto toda su diversidad.
Hemos sentido también que el modo y lugar
de nuestra vida comunitaria es igualmente indispensable para
nuestro apostolado, al ayudarnos a permanecer fieles y a discernir
según el "magis".
La respuesta a la pregunta "¿Qué hacemos y cómo vivimos?" puede reducirse a una triple amistad: amigos del Señor, amigos de los pobres, amigos en el Señor.
Lectura de la situación.
Hemos de entender bien por qué los pobres sufren lo que
sufren. No nacieron pobres, pero se empobrecen sin cesar.
La realidad es compleja; de ahí la importancia de los
análisis cultural, económico, político
y religioso, análisis pluridisciplinarios, llevados a
cabo en equipo y aun a veces con las propias personas interesadas.
Promoción del trabajo. Para ser
más eficaces, fomentaremos el trabajo en equipo y en
forma de redes que vayan ampliándose, desarrollando al
mismo tiempo nuestra capacidad de evaluación y planificación.
Consolidación del apostolado social.
La CG 32 nos decía que la promoción de la justicia
"debería ser la preocupación de toda nuestra
vida y una dimensión de todos nuestros esfuerzos apostólicos".
Se trata sobre todo de "no dejar la promoción de
la justicia en manos de los especialistas". El apostolado
social debe, por tanto, estar en el centro de la misión
apostólica de cada Provincia.
Huelga decir hasta qué punto el discernimiento
es una característica importantísima y vital
de la labor social ignaciana.
Existen tensiones permanentes; son otros
tantos caminos para avanzar en el "magis". Las
más frecuentemente citadas son: visibilidad o discreción;
"cabeza" o "pies"; carisma o institución.
Todas ellas pueden resumirse así: un trabajo por la
justicia, o como Buena Nueva o como cambio social efectivo.
La esperanza real para el hombre
y el mundo es un don, fruto de nuestro amor a Cristo pobre y
de nuestra compasión por sus pobres. Un trabajo bien hecho
al servicio de los pobres del Reino, como prolongación
de nuestra fe, hace que renazca perpetuamente en nosotros la
esperanza. Y podemos aquí apoyarnos en el ejemplo de
nuestros compañeros mártires.
La solidaridad y compasión para con los pobres
y el vivir entre ellos han evangelizado y convertido a no pocos
de nosotros. Al "centrarse de nuevo" en el servicio
a la fe y la promoción de la justicia, con motivo de
la CG 32, en 1975, la Compañía volvió a
descubrir su misión en el mundo de hoy y el corazón
mismo de su espiritualidad propia, centrada en Cristo pobre
y servidor de los pobres.
La Iniciativa del Apostolado Social es una gran
empresa de reflexión y discernimiento para mejor responder
a los nuevos desafíos del trabajo por la justicia. Hay
ya ricas experiencias de apostolado social iniciadas y llevadas
adelante por miembros o Comunidades de Vida Cristiana. A partir
de esas experiencias de unos y otros, que debemos compartir,
hemos de promover juntos acciones concretas, con el común
deseo de servir al Señor a través de sus pobres.